viernes, 2 de agosto de 2013


Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA)

El día 1 de octubre de 1987 se firmó un Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá, que entró en vigor dos años más tarde y que empezó a tener plenos efectos a partir del día 1 de enero de 1998. Según diversos estudios realizados, se prevé un incremento de renta real entre un 2,5% y un 3,5%, excluidos los beneficios generados por el aumento de la competencia, los cambios tecnológicos, el estímulo a la inversión y las economías de escala.

La eliminación de aranceles entre los dos países se realizará en un periodo de diez años, con una cláusula de salvaguardia sobre exportaciones de productos importados de otros países, exigiendo una suficiente transformación interna para que puedan beneficiarse de la no aplicación de aranceles. Las inversiones procedentes del otro país se consideran como nacionales y se eliminan las restricciones al establecimiento de nuevas empresas.

En 1990 se comenzó a considerar la posibilidad de incluir en el Acuerdo a México para formar un mercado más amplio. En junio de 1991 se iniciaron en Toronto las negociaciones para la redacción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), llegándose a la firma del acuerdo final en agosto de 1992. En noviembre de 1993 fue ratificado por el Congreso de Estados Unidos. El desarrollo del Tratado se realizó a través de rondas de negociación. Se establecieron seis grupos de trabajo que abordaron los siguientes temas: acceso a los mercados (aranceles, cuotas, automoción, etc.), reglas comerciales (salvaguardias, subsidios, etc.), servicios (financieros, seguros, transporte, telecomunicaciones, etc.), inversiones, propiedad intelectual y resolución de conflictos.

Se realizaron varios estudios sobre los posibles efectos en cuanto al empleo y la producción, llegando a la conclusión de que en Estados Unidos los sectores más beneficiados serían: productos químicos, maquinaria y equipos, grano y oleaginosas, plásticos, metal, instrumentos ópticos y motores para automóviles; para México, los sectores más beneficiados serían: textil, pieles, calzado, materiales para la construcción, componentes eléctricos, recambios para automóvil y azúcar.

El desarrollo del NAFTA supone gran incertidumbre para todas las partes. Del lado mexicano hay temor a la competitividad del Norte, ya que Estados Unidos y Canadá son mercados mucho menos protegidos. Además, el libre comercio tendrá consecuencias imprevisibles para las casi 2.000 maquiladoras (fábricas de montaje) instaladas en territorio fronterizo con Estados Unidos, que utilizan mano de obra mexicana barata (a tan sólo el 15% del coste de Estados Unidos): dan empleo a medio millón de trabajadores y su producción, por acuerdo especial, entra en Estados Unidos libre de derechos arancelarios.

Los EEUU temen los efectos que pueda tener sobre el empleo, tanto por los bajos precios de algunas exportaciones mexicanas como por el posible desplazamiento al norte de México de numerosas industrias en busca de mano de obra abundante y barata, y de una legislación medioambiental más permisiva.

Las nuevas expectativas creadas por la NAFTA ha hecho que durante los últimos años se hayan constituido varias alianzas estratégicas entre empresas norteamericanas y mexicanas. Así, Walt-Mart, la cadena de grandes almacenes de Estados Unidos, ha llegado a un acuerdo con Cifra, una de las mayores cadenas de supermercados de descuento en México; en el sector de cristalería, Corning se ha aliado con Vitro; la estadounidense Tyson Foods, la japonesa C-Itoh y la mexicana Provenex se han asociado para procesar en México productos avícolas con tecnología japonesa y exportarlos a Estados Unidos y Japón.

Para las empresas estadounidenses estas alianzas suponen conservar o ganar cuota de mercado en México, una producción y política de ventas integrada en la zona NAFTA y un recorte en los costes de inversión de las operaciones combinadas; en el caso de las empresas mexicanas los objetivos son un mayor acceso al mercado estadounidense y canadiense, un marketing recíproco de productos y una mayor calidad en la producción mediante una tecnología común.

La entrada en vigor de la NAFTA supone la creación de uno de los bloques económicos más importantes del mundo, con 360 millones de consumidores y un PIB de más de 6 billones de dólares. Sin embargo, la UE sigue ostentando el liderazgo comercial, ya que el volumen de comercio intracomunitario es superior al existente dentro del bloque NAFTA.

Por otra parte, es posible que en un futuro más o menos próximo se pueda producir una ampliación del acuerdo a otros países latinoamericanos, en la medida en que Estados Unidos proyecta la firma de acuerdos de librecambio de carácter bilateral, como, por ejemplo, con Chile.

Los procesos de integración en América latina

Existe un gran número de proyectos de Latinoamérica que responden a las diferencias en la estructura económica, las capacidades competitivas y las políticas económicas de los países en esta zona. Inicialmente se constituyó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC, hoy ALADI), que agrupa a la mayor parte de los países latinoamericanos. A partir de entonces, se crearon otros procesos en bloques regionales más reducidos (cuatro o cinco países) entre los cuales los que más han avanzado han sido el MERCOSUR, el Pacto Andino y el Mercado Común Centroamericano.

La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) está actualmente constituida por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. El objetivo inicial era la creación de un área de preferencias económicas para, en una segunda etapa, crear un mercado común. Sin embargo, no se ha conseguido profundizar en el proceso integrador, como lo demuestra el hecho de que el comercio recíproco entre los países miembros no pasa del 10% de las exportaciones y del 14% de las importaciones. Estas cifras sólo se alcanzan en épocas de crisis, ya que en periodos de crecimiento los países miembros concentran sus esfuerzos comerciales en otros continentes, lo que hace descender el comercio intrazonal en dos o tres puntos.

-    El Mercado Común del Cono Sur (MERCOSUR). El Tratado de Asunción, por el que se constituyó el MERCOSUR fue suscrito en marzo de 1991 por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, estando presente Chile en calidad de observador. Los cuatro países firmantes representan el 60% de la superficie de América Latina y tienen una población cercana a los 200 millones de habitantes. El Tratado establece la supresión progresiva y rápida de aranceles, con lo cual se alcanzó un mercado común a partir del día 1 de enero de 1995; Uruguay y Paraguay disponen de un año adicional. Se define una Tarifa Exterior Común que permita ampliar el comercio con otros países y se establece la coordinación de políticas económicas para garantizar la lealtad comercial. También se contempla la posible incorporación de otros países, pero no está prevista la creación de organismos supranacionales que supongan la cesión de una parte de las soberanías nacionales.


-    El Pacto Andino. Se creó en mayo de 1969 con la firma del Acuerdo de Cartagena. Actualmente, está formado por Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela. Hasta el momento, el avance en el proceso integrador ha sido lento: el comercio intrazonal se sitúa en el 5%. Para fomentar la integración se firmó en 1989 el Acta de La Paz, en la que se sentaron las bases para que el Grupo Andino se convirtiera, a partir de 1991, en una zona de libre comercio. No obstante, hasta 1995 se decidió mantener una lista de excepciones de cincuenta productos como máximo para cada país. A medio plazo se fijaron como objetivos la armonización de las políticas económicas y la posibilidad de utilizar una moneda común para operaciones entre empresas y entidades financieras de los países miembro

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-    La Integración en Centroamérica. El Mercado Común Centroamericano (MCCA) se creó en diciembre de 1960 y fue suscrito por Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras, si bien este último país se retiró en 1971. Costa Rica se incorporó en 1962 y Panamá, aunque no participa en las instituciones, mantiene acuerdos bilaterales. El proyecto se configura como una unión aduanera (zona de libre comercio con una Tarifa Exterior Común). Aunque inicialmente se esperaban grandes beneficios, los resultados no han sido satisfactorios. Como consecuencia de ello se convocan las reuniones de Esquipulas I (1985) y Esquipulas II (1987), con las que se puso en marcha el Plan de Acción Económica para Centroamérica (PAECA) de 1990. Se reformó la Tarifa Exterior Común y se coordinaron las políticas macroeconómicas y las negociaciones de política comercial, tanto bilaterales como multilaterales.


Los procesos de integración en África y Asia.


Además de los procesos de integración europeos y americanos, existen otros proyectos en África y Asia, en general poco conocidos y en un grado de desarrollo limitado. Los dos más significativos son la Comunidad Económica Africana (CEA) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

La CEA se creó en 1991 con el Tratado de Abuja (Nigeria), con el que se estableció un marco de cooperación general de los 51 Estados africanos. El objetivo es llegar a convertirse, en un periodo de treinta años , en una unión económica con un desarme arancelario contingentario total, y con la aplicación de una tarifa exterior común. El proceso se desarrollará en seis etapas. No obstante, la falta de homogeneidad y el escaso desarrollo económico de la zona serán limitaciones importantes para que el Tratado pueda llevarse a cabo en la forma y los plazos convenidos.

La ASEAN, creada en 1967, es, hasta la fecha, el proyecto de cooperación económica más desarrollado en la zona de Asia- Pacífico. Actualmente, está integrada por Filipinas, Indonesia, Malasia, Brunei, Singapur y Tailandia. Su sede es itinerante, según el lugar en que se reúna su Consejo, que está formado por los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros.

Los miembros de la ASEAN tienen la posibilidad de elegir entre dos fórmulas posibles de cooperación. La primera son los llamados proyectos industriales conjuntos, a través de los cuales cada país miembro puede proponer el desarrollo de una determinada industria; la segunda opción son los proyectos complementarios para la creación de industrias en régimen mixto: los componentes de un producto se fabrican en distintos Estados miembros de la Asociación. Para apoyar estos proyectos se crea una organización (la Finance Corporation) cuya misión es financiar y prestar asistencia técnica a los proyectos que sean viables.

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