LA VENTAJA ABSOLUTA Y LA VENTAJA COMPARATIVA.
Las teorías del comercio internacional intentan explicar por qué los países comercian entre sí, qué tipo de bienes intercambian y a qué precio. A continuación vamos a resumir brevemente las principales teorías y su adecuación a la economía actual.
A finales del siglo XVIII, Adam Smith,
en su obra La riqueza de las naciones, formuló la teoría de la Ventaja
Absoluta, que constituye la primera explicación teórica del comercio
internacional. De acuerdo con ella, si no hubiera barreras comerciales cada
país se especializaría en aquellos productos en que tuviera una ventaja
absoluta en relación a otros países. Al concentrar los recursos productivos,
aparecerían economías de escala y, en consecuencia, la especialización
internacional permitiría menores costes y mayor bienestar para todos los
participantes en el comercio.
Ejemplo: Si producir una unidad de
alimentos cuesta 1 unidad de trabajo en el país A y 2 unidades en el país B, y
si producir una unidad de tela cuesta 4 unidades de trabajo en el país A y 3 en
el país B, entonces ambos países pueden ganar comerciando.
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Alimentos
|
Telas
|
País A
|
1
|
4
|
País B
|
2
|
3
|
Es claro que aún hoy en día esta teoría
sigue siendo válida, ya que las industrias serán eficientes en la medida en que
los factores de producción que utilizan se puedan obtener a bajo coste.
En 1817, David Ricardo, otro economista
clásico inglés, en su obra The Principles of Political Economy and Taxation,
profundiza y completa la teoría anterior en el sentido de que, incluso si un
país tiene ventaja absoluta sobre otro en la producción de dos bienes, pueden
existir ventajas en la especialización, ya que, en términos relativos, su
ventaja puede ser mayor en un bien que en el otro. Es la teoría de la ventaja
comparativa, que nos dice que cada país deberá especializarse en aquellos
bienes en cuya producción posea una ventaja relativa mayor. Veamos la siguiente
tabla como ejemplo:
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Alimentos
|
Telas
|
País A
|
1
|
2
|
País B
|
3
|
3
|
De este cuadro se desprende que el país
A tiene ventaja absoluta en la producción de ambos bienes. Pero los precios
relativos son diferentes y esto es lo que impulsará el comercio. Cuando no se
produce intercambio, las telas resultan relativamente más baratas en el país B,
una (3/3) unidad de alimento por cada unidad de tela, que en el país A, dos
(2/1) unidades de alimento por cada unidad de tela. Lo contrario ocurre con los
alimentos. En el país A el precio relativo es de media (½) unidad de tela por
cada unidad de alimento, mientras que en el país B el precio relativo es de una
(3/3) unidad de tela por cada unidad de alimento.
Al iniciarse el intercambio, los
vendedores de alimentos en el país B comenzarán a importar alimentos del país
A, a cambio de manufacturas del país B en las que estarán interesados los
vendedores del país A al resultar éstas relativamente más caras en este país.
Para que este flujo tenga lugar es preciso que se realice en unas condiciones
que sean favorables para ambos, es decir, a una relación de intercambio
entre alimentos y telas comprendida entre ½ y 1. Dicha relación deberá ser
superior a ½ para que el país A encuentre favorable el intercambio e inferior a
1 para que también lo sea para el país B. Con un precio relativo situado entre
ambos cada uno de los países se especializará en aquel bien que produzca con
mayor eficiencia, e importará aquellos bienes que produzca de modo menos
eficiente.
La teoría de la ventaja comparativa
prueba que la libertad de comercio mejora la asignación de recursos y conduce
siempre a resultados más eficientes y, en definitiva, a un mayor grado de
bienestar. En este sentido, el declive e incluso la desaparición de algunos
sectores poco competitivos como consecuencia de la liberación de las
importaciones se justifica en muchas ocasiones por un marco económico poco
favorable (inflación, niveles salariales altos, déficit público, etc.) o
incluso por una mala gestión empresarial.
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